En días santos, los hoteles suelen
estar más llenos que las iglesias. Gran parte de los mexicanos encaran estos
días más como vacaciones que como fiestas religiosas, pese a que la mayoría de
ellos siguen reconociéndose católicos. “No son días de vacaciones, eso es una
gran mentira, puedes hacerlo en cualquier otra etapa, pero ahora es un momento
de arrepentimiento”, dice vehemente Gabriela Saldaño, feligresa católica de la
Iglesia de Belén, en el centro de la Ciudad de México. Es domingo y apenas unas
40 personas asisten a misa de 11.
La crisis global de la Iglesia
católica salpica al país, y hoy sabemos que entre 19 y 23 millones de mexicanos
ya no son católicos, de acuerdo con diversas encuestas consultadas por este
diario. Esto significa que actualmente 20% de la población ya no profesa esta
religión, mientras que en el año 2010 era 17%, lo que nos habla de un
crecimiento de 3 puntos de quienes han abandonado la fe católica en los últimos
tres años.
La más reciente Encuesta Nacional de
Cultura y Práctica Religiosa, que presentó en diciembre de 2013 el Instituto
Mexicano de la Doctrina Social Cristiana (Imdosoc), indica que ocho de cada 10
mexicanos se consideran católicos, es decir, unos 89 millones, mientras que 23
millones profesarían otra religión o ninguna.
En tanto que la última encuesta sobre
confesiones religiosas elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y
Geografía (Inegi) en 2010 refleja que 19 millones y medio de mexicanos ya no
son católicos, es decir, 17% de la población en ese momento. Esta cifra creció
en 5 puntos respecto a una década antes, cuando sólo 12% de los ciudadanos no
profesaba el catolicismo.
Datos de la más reciente encuesta del
Latinobarómetro, presentada este abril en Chile, va en este sentido, pues
asegura que entre 1995 y 2014 el número de fieles católicos se redujo 13% en
América Latina, lo que representa una tasa de disminución de 0.7% por año. Este
sondeo coincide con el Imdosoc en el sentido de que 21% de los mexicanos ya no
son católicos.
De esta forma todo parece indicar que
el “México, siempre fiel”, al que apeló el Papa Juan Pablo II, se ha vuelto
heterogéneo.
“La Iglesia católica fracasa por no
tener una propuesta para sus fieles, ha perdido la eficacia simbólica. Un
feligrés tiene que tener la conciencia o la fe de que esta propuesta es
susceptible de transformar la realidad, si no tiene esa convicción se va a su
casa, a otra propuesta religiosa, o simplemente usa la institución como una
agencia de servicios, es decir, nace un niño, lo bautiza, o si la jovencita
cumple 15 años le hace una misa”, explica el antropólogo de la religión Elio
Masferrer.
Cristianos, los que más avanzan
Los cristianos evangélicos, con sus
diferentes iglesias y escuelas —protestantes históricos, pentecostales o
neopentecostales, entre otros— avanzan a ritmo frenético. Aunque llevan casi
dos siglos en el país, se consolidaron en los últimos 40 años como la alternativa
mayoritaria al catolicismo apostólico romano, y sólo entre 2000 y 2010 se
sumaron más de 3 millones de personas, superando los 8 millones de fieles;
aunque ellos aseguran que son cerca de 25 millones.
“México ya se cansó de religión, lo
que quiere es espiritualidad, experimentar la presencia de Dios. El Evangelio
no es religión, es una relación con Dios. Si uno experimenta a Dios dentro de
sí, no necesita llevarlo colgado o tenerlo en la pared”, resume el pastor
Arturo Farela, presidente de la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas
Evangélicas (Confraternice). Para él, la religión católica “está muerta, con
tradiciones que secan el alma”.
Farela fue católico hasta los 22 años,
cuando su ahora esposa lo invitó a acercarse a un culto. Allí, con sólo tres
minutos de oración, asegura que sintió por vez primera a Dios. Desde entonces
dejó el alcohol y se instruyó en el estudio de la Biblia. En 40 años no ha
recaído.
El éxito de las iglesias
cristianas-evangélicas radicaría en que, aun creyendo en Cristo como los
católicos, no mantienen una estructura de jerarquías y no delegan en los
sacerdotes su relación espiritual.
“La Iglesia católica dice: ‘Pórtate
bien e irás al cielo’. Nosotros no estamos esperando morir para ser bendecidos,
tú vas a disfrutar del cielo desde la Tierra”, comenta Farela.
Las iglesias evangélicas tienen
presencia en todo el país, pero una mayor penetración en los estados del
sureste —Oaxaca, Chiapas, Campeche, Tabasco y Quintana Roo— y del norte —Baja
California, Tamaulipas, Chihuahua—.
En Chiapas, los católicos son menos de
60% de la población, y esto acarrea frecuentes disputas en algunos municipios.
Testigos de Jehová, más que en EU
En las ciudades tampoco son bien
vistas las disidencias. Mayra Márquez es testigo de Jehová y desde pequeña tuvo
que aguantar el escarnio de compañeros y profesores cada vez que se negaba a
hacer el homenaje a la Bandera en la escuela. Sus diferencias se complicaron en
la adolescencia, con las fiestas y el primer novio, de credo diferente. Ahí
reafirmó las creencias que le habían inculcado sus padres y decidió bautizarse
como testigo de Jehová, un acto que no hacen desde bebés sino cuando pueden
elegir con conocimiento de causa. Ahora, a sus 33 años, está casada con otro
testigo y tienen dos hijas —de seis y cuatro años— a las que educan en su fe.
Asegura que ya hay más apertura en las instituciones, pero hay que explicarles
a sus pequeñas por qué no celebran Navidad, Año Nuevo, Semana Santa o Pascua de
Resurrección.
Puerta a puerta, los testigos de
Jehová han ido expandiendo su doctrina por el mundo, de tal manera que México
ya supera a Estados Unidos —país de origen— en número de creyentes, con más de
un millón y medio en 2010, medio millón más que una década antes. La mayoría de
los conversos vienen de la religión católica.
Para el esposo de Márquez, Gerardo, la
diferencia está en que “cuando la gente va a la Iglesia escucha un sermón que
no puede aplicar en su vida, nosotros tratamos de aplicar los principios
bíblicos a la vida personal”.
El Papa Francisco, en la homilía del
Miércoles de Ceniza que da inicio a la Cuaresma, hizo una autocrítica: “La
Cuaresma es una invitación a volver a Dios, porque algo no va bien en nosotros,
en la sociedad, en la Iglesia, y tenemos necesidad de convertirnos”.
“Lo que está en crisis no es la fe,
muchos no creyentes sí lo son, pero se hartaron de una Iglesia corrupta,
pedófila, transa. Y buscan nuevas formas de espiritualidad, desde iglesias
evangélicas hasta new age”, dice Masferrer.
Sólo 5%, sin religión
Aunque cada década hay más gente que
no cree, como revelan las encuestas del Inegi, sólo 5% de los mexicanos se
declaró sin religión en 2010. Milton Cruz es uno de ellos. Educado hasta la
universidad por los hermanos lasallistas, a medida que crecía fue dejando de
creer porque la misma Iglesia católica “no lleva puesta la camiseta de su
doctrina. Cuando me empiezo a enterar de todo lo que hay detrás de la Iglesia:
la pederastia, que la gente es católica de fachada, me doy cuenta que la
religión es un negocio. No sé si haya algo superior, pero no creo que sea una
imagen, ni un solo Dios omnipotente, llámese Jesucristo, Alá o Jedi”, explica
este ingeniero civil capitalino.
Musulmanes, avance continuo
Alejandra del Palacio creció en una
familia católica de clase media y se interesó por el Islam cuando estudiaba
Ciencias Políticas. Su primer acercamiento fue por curiosidad académica, pero a
medida que estudiaba el Islam y se integraba en la comunidad descubrió una
espiritualidad que no encontraba en el catolicismo.
Ahora tiene 12 años como musulmana y
entiende el islamismo como “una forma de vida”. Reza cinco veces al día
orientada a La Meca y sus preceptos son los cinco pilares básicos de su
religión: que Alá es el único Dios, la oración, los 30 días de ayuno diurno
durante el Ramadán, el Zakat o diezmo social y la peregrinación a La Meca una
vez en la vida, que todavía no ha hecho.
Respecto a la cerrazón del Islam,
Alejandra discrepa: “Hay cosas que no son de la religión, sino de la cultura.
Por ejemplo, el uso del velo, que en el Islam es para proteger a las mujeres,
aquí causa el efecto contrario, la gente te ve más; yo decidí llevarlo sólo a
veces”.
La comunidad musulmana en México es
pequeña, sólo 3 mil 760 fieles según el censo del Inegi de 2010, aunque ellos
aseguran que son muchos más. La propia Alejandra reconoce que no declaró su fe
ante los encuestadores. Pero pese a esas cifras conservadoras, son más del
doble que 10 años antes, cuando eran mil 421, es decir, que en porcentaje sería
la religión que más ha crecido en el país.
“¿Qué es lo que quieren los jóvenes?
Ya se brincaron las bardas”, espeta Mayra Ayuso, profesora universitaria de
sicología. De familia católica no practicante, a los 17 años se acercó a la
Iglesia buscando consuelo espiritual y se entregó a la comunidad haciendo
misiones con jóvenes de la calle. Hoy, a sus 46 años, sigue trabajando con
chicos marginales a través de la evangelización católica.
Comparte grupo con Gabriela Saldaño en
la Iglesia de Belén. “Ahora la gente no conoce a Dios, no ora (...) hay
demasiados vicios, la sexualidad desatada. ¿Que dicen que hay pederastia en la
Iglesia? Yo les pregunto: ¿Cuántas violaciones hay en su familia y no las
denuncian? Por un sacerdote pecador, hay uno santo. Dios lo puso ahí por algo”,
alega.
Ante la pregunta del avance del
cristianismo evangélico protesta: “Los cristianos fueron malos católicos, se
van porque no cumplieron los preceptos de Dios”.
La religiosidad no desaparece, se
recompone. De la mayoría católica, sólo una minoría la practica con
regularidad. Otros acuden por costumbre o cuando necesitan ayuda, o lo hacen
desde prácticas abigarradas donde se suman tradiciones católicas y paganas.
Espiritualistas, en retroceso
Una de las iglesias originalmente
mexicana que recoge las estadísticas del Inegi es la Espiritualista Trinitaria
Mariana. Aunque sus fieles se reconocen católicos y tienen como pilar la
Santísima Trinidad, integran las tesis del Padre Elías, un sacerdote mexicano
que presumía de hablar con Dios y con los muertos a través de la clarividencia
o el médium. La Iglesia Espiritualista es ecléctica y armoniza creencias
prehispánicas con tradiciones judeocristianas. Su piedra angular es la sanación
de enfermedades físicas a partir de rezos y limpias. La gente que llega a sus
templos suele ser católica.
La hermana María Lucina López dirige
desde hace décadas uno de estos templos. Hasta los 44 años fue monja pero
después de varias embolias se encomendó a una de estas curaciones y sin moverse
de su cama mejoró. Cuarenta años después dirige el templo de la colonia
Peralvillo en perfecto estado físico, pese a su avanzada edad.
Las estadísticas indican que esta
iglesia ha perdido la mitad de adeptos en la última década. Para Masferrer se
trata sólo de la manera de recoger la información que los computa como
católicos. La hermana Lucina se reconoce como tal y en Semana Santa seguirá los
ritos de la Pasión de Cristo. “Los católicos mexicanos tienen mil maneras de
serlo, hay un abigarramiento”, concluye el experto.
Fuente: El Universal